Al este de la melancolía II

VARIACIONES SOBRE UN TEMA DE A. GAMONEDA

Yo no entro en ti para que tú te pierdas
bajo la fuerza de mi amor;
yo no entro en ti para perderme
en tu existencia ni en la mía;
yo te amo y actúo en tu corazón
para vivir con tu naturaleza,
para que tú te extiendas en mi vida.

Ni tú ni yo. ni tú ni yo.
Ni tus cabellos esparcidos aunque los amo tanto.
Sólo esta oscura compañía.
                                         Ahora
siento la libertad.
                         Esparce
tus cabellos.
                  Esparce tus cabellos

Antonio Gamoneda

I

Ella se desnuda
Los árboles de mi pasión
Tiemblan en la hondura
Y el miedo a entregarme
Se va muriendo bajo su piel 
Oscilando sobre mi
Cómo un astro en la noche

Sus manos fueron suaves en mis hombros
Cómo el peso de la luz 
Un latido del corazón
Un respirar compartido

Todo era verdad bajo los árboles, 
todo era verdad. Yo comprendía 
todas las cosas como se comprende
un fruto con la boca, una luz con los ojos

II

En la cavidad que ahora conozco,
Suena un susurro
Labios que liberan en la noche
Una bandada de gemidos

– Dime, intenso gorrión atardecido
Dime, tú, que te apoyas en el aire
A quién anuncias ya
Además de la Belleza

III

Todos mis árboles 
Tiemblan por ti
Esa última prenda en la oscuridad
Tenue destello que te separa de mi

Tus colinas vivientes.

Atravesando los miedos
Hasta llegar a la otra orilla del vuelo

Hacia tu vientre voy
Cómo un ave que anida su dulzura
Crecer desnudo para ti
Amiga del polen de mi rosa

IV

Mi corazón ve en la oscuridad del cuerpo
La luz que lo sostiene

Hay un río, un delta
Desembocando irremediable
En la íntima amplitud de tu blancura

Yo entro en ella así
En medio de ese resplandor
Pausadamente enceguecido
Un ritual que me purifica
Que me salva del tiempo

V

Hay una música en mí
Que resuena con los agujeros negros

Más lejos, más allá
Donde el vacío es una campana
Con un sonido amplio como la tristeza

¿Será verdad este éxtasis?

¿Quién vigila la noche?

Mis ojos ya no son más mis ojos
Entrar en el sosiego desesperadamente

VI

Cuando el tiempo es vibración
Algo empieza su ascenso hacia la luz
Dándole sentido a la profundidad
Algo se desnuda
Le nacen alas de improviso

El sentido de mi vuelo
Es bajar mis labios a tus aguas
Rozar mi sed en ellas
Sin perturbar su paz

VII

Todo es verdad, todo es verdad en tu claridad
Ella se esparce desde mi corazón hasta la estrella
Cierro los ojos con dulzura

Por mis venas corre tu miel
Todo dentro de mi es ahora luz

Todo es luz en tu verdad, todo es verdad en tu luz

VIII

Te miro transparente
Etérea más allá de la materia
Purificada por tu fuego
Tu canto penetra los resquicios
Hasta las partículas invisibles del ser
Hundiéndose en la parte más elevada del cuerpo

– Algo en ti recoge, contiene
La parte alada de mi carne

IX

El amor dura en mis ojos
La miel de las manzanas se derrama en el verano
Y me recuerda esta herida en el costado

El amor perdura en los ojos
Yo lloro en el umbral de tus piernas
En el borde de tu miel inalcanzable

X

La luz me limita, me aprisiona
Prefiero la penumbra
En la que percibo que giro que giramos
Como el universo entero

Es ahí donde tu boca se hace eterna
Donde sucumbo hundiéndome
En la amada corporalidad de tu alma

XI

Mi manera de amarte empieza y termina con los ojos

Tú me respondes la mirada
Como si estuvieras viendo la piel del alma
Con todo el poder que tiene el cuerpo

Más todo se sostiene en la respiración

Cuando tú me respiras y cuando yo te respiro
Cuando nos respiramos en una mínima distancia

El cuerpo, solo con el cuerpo
Entendemos la diafanidad de tu voz

XII

Escucho las voces internas

Algo en ti me hace penetrar las últimas sombras
Donde se gesta la belleza

Esta vez para no morir
Dejaré que corran sobre mi todas las aguas
hasta que pueda ver con los ojos cerrados
el dolor que ya veo con los ojos abiertos

XIII

La tierra es un milagro

Que asciende hacia los cielos
Todo crece y se eleva
Menos la lluvia que perturba al vuelo

Ese gorrión atardecido 
El mundo entero en su soplo de aire

No hay palabras
Solo esta música

Y el silencio que necesita de la belleza

XIV

Ella mete su mano dulcemente
Por la herida
Hasta tocar el centro de mi humedad
Ella me canta el rostro de la luna
Inquieta con su aliento mi bosque inmóvil

– Su canto me acuna
Suavizando la eternidad de esta herida

XV

En el lugar más inaccesible
Detrás de esa puerta
Un camino de luces para el despliegue de su pie
Senda que marca el rojo centro del amor

Tú entras, lo atraviesas
tocas el cuerpo del silencio con los labios
Como si este y no la palabra, fuera su sentido natural
Tránsito sagrado, liturgia de ida y vuelta

– Desde la rendija de la puerta
Percibo la pasión de tus huellas al salir
Estremecidas

XVI

Un Gorrión ha llegado
A la secreta extensión de mi alma
Como si fuera un habitante del frío

Ya no hay vuelo ni luz
En esta amplitud llena de silencio

Su gesto ha traído de nuevo
El sonido de las aguas
Y una semilla pequeña
Para el lago que me rodea el corazón

XVII

Siento la claridad de la luna sobre mis ojos
Ella me llega a través de las ondas del agua

Algo hay más allá de mi recuerdo

De mi felicidad

De mi amor

Pero yo solo deseo sentir la claridad de la luna
Sobre los ojos

En la orilla del lago me acompaña el temblor
No sé de cierto si hay un gorrión aterido

Entre las ramas

XVIII

Yo entro en ti para que tú liberes
la fuerza contenida en la semilla

Yo entro en ti para recobrar el Ser y salir
Y prolongarme como un árbol

Pequeña ave del crepúsculo
Que nada te perturbe
Sobre el borde de mi última rama

La fuerza de mi amor que se parece al vuelo
Y tu mirada liberando ingentes cantidades de luz

Tú y yo en el umbral de esta oquedad clara y profunda
La libertad absoluta que se esparce

Yo cierro los ojos cuando percibo que me amas
Cuando te inclinas sobre mi extensión más elevada
Esparce, esparce tus cabellos